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    Fantasmas Del Ático

    miércoles, 25 de noviembre de 2015

    ¿Te gusto?




    - ¿Puedo hacerte una pregunta?
    + Sí, claro.
    - ¿Te gusto?
    + …. Un poquito.
    - De acuerdo, pues ahora va la pregunta de verdad. ¿Te comportas así conmigo porque te gusto un poquito o porque de verdad eres así?
    + Porque soy así. ¿Por qué me preguntas eso?
    - Porque no quiero darte falsas esperanzas.
    + Entonces, deduzco que si yo ahora te devuelvo la pregunta, ¿tu respuesta será negativa? Dime, ¿Te gusto?
    - Sinceramente no lo sé. Y siento no poder ser claro en ese tema. 


    Y ahí estaba otra vez. Sintiendo que el aire que se respiraba en ese coche era asfixiante. No entendía hasta qué nivel exactamente llegaba su estupidez, que no estaba saliendo de la herida causada la vez anterior cuando ya se estaba abriendo otra sin previo aviso. Empezaba a plantearse seriamente pedir a su corazón la construcción de una sala de espera para disgustos. Porque cada vez la costaba más encajar todos juntos.
    No entendía como podía pasar en tres semanas de sorprenderla con un “te quiero con matices” a un “No sé si me gustas”. No entendía como todo había acabado así.
    Ella no quería una pareja. No quería una relación. No quería una boda ni planes de futuro. Ni siquiera quería enamorarse.
    Sólo necesitaba sentirse comprendida, tiempo para estabilizar el caos emocional del que venía, que alguien la abrazara y fuese poco a poco recomponiendo cada uno de los agujeros que se habían formado en sus frágiles alas de papel. Día a día. Sin preocupaciones, sin complicaciones, sin sentimientos excesivamente complicados.
    Sólo sabía que le gustaba. Que le agradaba su compañía. Que quería besarle, abrazarle o acostarse con él si le apetecía. Que quería pasear de la mano por el simple hecho de sentirse un poquito menos sola. Que las conversaciones escondida entre sus brazos la hacían sentirse un poco menos vacía.


    Pero al final daba igual lo que ella entendía, quería, necesitaba o sabía. La realidad es que había un abismo entre ella el chico de pelo rizado de enfrente. Que él estaba en otro mundo y que al parecer… no tenía ninguna intención de querer acercarse al suyo. 


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