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    Fantasmas Del Ático

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    lunes, 28 de octubre de 2013

    Un coctel con hielo y mucho alcohol, por favor.

    Y es que quedan dos horas.... y yo me lleno de incertidumbre, miedo y por tu culpa también de nostalgia.
    Y es que siento que me he dejado muchas cosas por hacer, que he dejado demasiadas cosas atrás en poco tiempo, y que ha veces me falta ese algo necesario para hacerse mayor.
    Mañana seré un coctel de emociones enfrentadas con un poco de hielo para la realidad y mucho alcohol para combatirla.
     
     

    martes, 1 de octubre de 2013

    Mi mayor defecto... conducir enfadada.

    [De ante mano... esta vez no habrá fotos... sino videos y música. Probablemente no lo compartáis, pero cuando mi mente se queda en blanco... en verdad son esas cosas las que están por ahí rulando]


    Y me enfadaste. Mucho. Y me entraron ganas de sacarte a patadas del coche. Y lo peor es que tú ni siquiera te das cuenta, ni siquiera reparas en ello. Y lo increíble, es que ni siquiera lo comprendes.
    Me duele la garganta de decir, y gritar tantas veces lo mismo. Y es que no lo entiendo.
     
    Respiré aliviada de que te alejaras y me fui. Mi respiración se aceleraba y toda la frustración se terminó convirtiendo en ira después de pasar aquella rotonda. Cuando un par de lágrimas me nublaron la vista ya todo me daba igual. Estaba en la autopista, iba a más velocidad de la recomendada por cualquiera en un tiempo de lluvia y un bucle de tres canciones destruían cualquier otro sonido ajeno a ellas. El volante parecía tu cuello, y cada coche un objetivo al que adelantar.

     
     
     
     
    Y es que puede que ese sea mi mayor defecto:
     
    Conducir enfadada.
     
    ¿Y mi mayor vía de escape?
     
    La velocidad.
     
    Con el tiempo, como siempre, cuando estoy cerca de casa, mi mente se rinde, el bucle desaparece dejando paso a otras canciones, la ira se convierte en indiferencia y todo acaba con unas ganas terribles de esconderme debajo de las sábanas de mi cama.
     
    
    
    

    martes, 3 de septiembre de 2013

    Infinity?

    Aquella noche empezó desvirgándose. Quedándose en blanco y desnudándose a así misma. Sola y sin protección ante una situación nueva. La daba miedo. Mucho. Le miró a los ojos y fue incapaz de pensar en nada. En absolutamente nada coherente que tuviese una explicación sencilla para saber cómo había llegado a esa situación.
    Sabía que sus ojos la delataban, y una sonrisa fingida no lo arreglaría. Pero es que por el momento no sabía qué es lo que tenía que arreglar. En ese momento de lo único que estaba segura es que vivían en su propio universo infinito, y aunque a veces se sintiese perdida, no tenía intención de buscar donde acababa ese supuesto infinito.

    domingo, 18 de agosto de 2013

    Reconstruyamos nuestra ciudad juntas.



    Reconstruyamos la cuidad.
    Tú y yo juntas.

    Por favor.

    Deja de ser tan cabezota. Deja de recordarme que cada cierto tiempo se cae un ladrillo de mi fachada. Sé que no es el mejor material para construirla, pero es el que tengo, el que soy capaz de fabricar.... y con eso nos tenemos que apañar las dos.
    Estoy segura de que aunque a veces nuestra pared se parezca a un queso gruyer y esté llena de taras, si pones de tu parte podemos repararla. Como lo hemos hecho siempre. No sé. Que a lo mejor es la hora de dejar de hacerla más alta y más gruesa para empezar a rellenar esos agujeritos que dejamos olvidados en el camino pensando que se harían invisibles con el tiempo. Las dos sabemos que no es así. Por algunos sigue entrando un frío aterrador.

    No seas negativa. No puedes rellenarlos con las personas que a ti te gustaría. A lo mejor ellos no quieren participar. A lo mejor ellos no quieren darse cuenta de que los necesitas para no ahogarte entre escombros. Y reconozcamos una cosa. Ninguna de las dos dejaría que se acercasen demasiado. Tenemos miedo. Y a la vez anhelamos eso que tanto nos falta y nos aterra al mismo tiempo. A lo mejor parte del problema es que esas personas están lejos. O a lo mejor es que de momento no hemos conocido a las adecuadas.
    Últimamente no parece que nadie se interese mucho por nada en concreto.
    De momento tenemos el pilar más fuerte de la estructura de nuestra ciudad. Necesitamos las vigas y las viguetas.

    Así que venga. Ayúdame a reconstruirla.

    (Por muchas conversaciones que tenga con el espejo... su rostro nunca cambia)


    miércoles, 3 de julio de 2013

    Yo y mi forma de contar las cosas

     
     
    Miro fotos y de algún modo siento que están cubiertas de polvo. No puedo quitarlo. Pesa toneladas.
    Siento como si cada pequeño y minúsculo recoveco de mi cuerpo estuviese oxidándose, volviéndose inútil, tiñéndose de un color inexistente.
    A mi alrededor no hay nada. No es negro y oscuro como aquella vez. No hay ningún impedimento aparente. Veo todo. Puede que ahí esté el problema. Veo demasiado y soy incapaz de sentir nada.
    El polvo de las fotos comienza a cubrir mi cuerpo. Pesa mucho. Me siento agotada. Mis rodillas tiemblan y me dejo caer sobre un espejo infinito que cubre el suelo. Me veo reflejada. Aparentemente todo esta igual que en ese maldito papel fotográfico. Pero algo va mal. Estoy amargada, frustrada, malhumorada, enfadada.
    El segundero se come miles de posibilidades. No queda nada. No queda tiempo. El espejo se rompe... y yo caigo.
     
     

    martes, 22 de enero de 2013

    .

     
    Y es que la mayoría de las veces no lo tengo claro. Sí, así. Sin más. Sin saber explicarlo.
    Hoy hace un día raro. Como ayer, y antes de ayer, y antes de antes de ayer…. Y así desde hace tanto que perdí la cuenta. Y un día más decido salir de casa porque siento que me falta el aire. Que entre indecisión e indecisión se me olvida dejar algunas lágrimas, gritos y reflexiones por el camino. Y así me pasa. Que me olvido de respirar y todo se complica más. Como siempre abro el armario y … ya te sabes el resto.
    Si no me doy prisa, perderé el autobús. Y no puedo perderlo, porque significaría verle una hora más tarde. Una hora más para pensar. ¿Por qué he tenido que levantarme hoy con ganas de convertirme en aspirante a filósofo? Me invade la frustración y empiezo a correr a ver si me la dejo por el camino.
    Y es que a veces creo que me falta originalidad. No consigo hacer una versión de mí misma que me guste. Me quedé anclada en los personajes de Disney… Y no avancé.
    -          ¿A dónde vas?
    -          A reinventarme.
    Analizo lo que acaba de pasar. He dado una contestación a mi vecino tan incoherente que el pobre se ha callado y no ha dicho nada más. Y es verdad. Me meto en mi burbuja y me reinvento miles de veces. Porque paso allí todas las horas del día restantes en las que no estoy contigo. Porque a veces… consigues que me encuentre por un instante y parezca que todo cobra un poco más de sentido. Porque me dices que soy demasiado positiva y sonrío.
     Y mientras tanto, miro los árboles y me doy cuenta de que narro lo que pienso como si fuese a escribirlo. Como si quisiese hacer de mí un cuento. Y es que no sé… puede que sea un sentimiento, un impulso… algo espontáneo. Pero al final de todo… prefiero ver las cosas buenas antes que las malas, ya que de esas se encargan otros de recordármelas.
     

    lunes, 17 de diciembre de 2012

    Ya no soy la misma, he cambiado, y por tanto nada parece ser igual


    Al final recuerdo una frase que lo simplifica todo y que lei en una entrada de un tal 5 de marzo.
    "No puedo olvidar el pasado ya que aprendí muchas cosas de él.
    Ahora me siento bien... sin más. No quiero llegar a nada. Solo disfrutar"
     
    Al menos de momento...
     
    ¿Importa algo más? ;)
    
     

    domingo, 16 de diciembre de 2012

    ...


    Algo… Hoy siento algo y te echo mucho de menos. Hoy pienso demasiado y tú no estás aquí y ahora para besarme y hacerme sonreír.

    El cielo esta gris. Al menos es lo que se ve desde la ventana. Tiene pinta de hacer mucho frío. Los huesos se me congelan solo de pensarlo. Puedo sentirlo.
    …Frío
    Miradas que ya no sé qué significan y me producen escalofríos. Son caras desesperadamente desconocidas fundidas con fragmentos de pequeños recuerdos bonitos. El pasado me pesa. Y mucho. A veces creo que me ahogo entre las sábanas oscuras de mi cama, que me falta el aire y me vuelvo chiquitita, microscópica. Siempre encuentras algo que te recuerda lo mal que lo hiciste, lo mal que te comportaste, lo impulsiva que fuiste, lo mucho que te dejaste llevar por algo puntual y momentáneo.
    Hoy es un día malo. Me lo han dicho las nubes. Sé que en parte lo he hecho bien. No soy tan desastre, ¿no? Bueno, en verdad sí, pero entre tanto fallo al final la fórmula final salió bien. ¿Problema? Demasiados daños colaterales y explosiones por el camino.
    …Caminos
    Más bien vías de tren. Las cosas pasan con demasiada rapidez como para verlas con claridad. Puedes caerte y morirte en el intento. De momento, esta noche prefiero congelarme en mi vagón, donde las cosas se mantienen medio estables, bastante definidas y puedo olvidar al mundo refugiada en tus besos.
     
     
     
    Hay recuerdos que con el tiempo superas y acaban olvidados en la basura...
    Pero hay otros... de los que simplemente te resulta imposible
    deshacerte, y aprendes a convivir con ellos.
     
     
     

    sábado, 7 de julio de 2012

    Puede que un poco Infantil


    Coger una piedra, una tiza, algo cortante, un bolígrafo…. Y escribir en cualquier parte. Dibujar una sonrisa en una piedra que nunca más volverás a ver. Tener un compás al lado y trazar un círculo sin él. Mirar en el metro a personas con su Ipad y en cambio  llevar yo un libro con hojas de verdad en el bolso. Ir a comprar ropa y volver con una bolsa llena de ropa interior que la gente consideraría infantil, con dibujos de piolín, de la pantera rosa o de silvestre.
    A veces tengo la sensación de que sigo siendo en muchas cosas infantil. Que me cuesta madurar, que me distraigo fácilmente, que a veces las cosas me quedan demasiado grandes. Que me sigo quedando abstraída viendo los dibujos de la tele, que mi película favorita es de Disney, o que me sigo enamorando de cada peluche que veo en los escaparates de las tiendas. Que soy poco responsable o que he fracaso este año en mi carrera. Pero también a veces…. Solo a veces me siento bien. Miro alrededor, hacia las personas que conozco de toda la vida, y veo que muchas se han quedado estancadas siendo igual que hace 4 años. Entonces, es cuando pienso que a lo mejor no soy tan niña como creo. No lo sé. Puede. A lo mejor.
    Da igual, porque la próxima vez que vaya de compras… volveré a comprarme un pijama de vaquitas o ropa interior de dibujitos.
     

    jueves, 10 de mayo de 2012

    ...

    Hacía mucho, mucho tiempo. Mucho tiempo que no salía a esa terraza minúscula que hay tras el ventanal de su habitación. Mucho que no fumaba mirando a las estrellas. Mucho que no se sentía tan perdida. Más de lo habitual. También hacía mucho que pensaba que había superado la falsedad de la gente que la rodeaba, los gritos de su madre y esas inseguridades estúpidas que no tenían razón lógica aparente. Solo se escuchaba el viento. Solo se escuchaban sus pensamientos. Solo se escuchaba el sonido de las lágrimas al caer. Solo estaba ella, la noche y las estrellas acompañadas con humo artificial.

     

    sábado, 14 de abril de 2012

    No me daba miedo que lo descubriese


    Ese día estaba nublado. Las gotas más atrevidas caían del cielo, pero era pocas. Menudas cobardes. Tenía ganas de que lloviese tanto que fuese casi imposible conducir. Quería salir del coche y que el agua me calase hasta que el frío me helase los huesos.
    El cielo se iba oscureciendo perezoso. Mi humor empeoraba por momentos. Lamentaba estar con él. Estaba convirtiendo el coche en un pequeño infierno lleno de reproches, cambios de humor, ironías… Estaba fría como el témpano, me sentía enjaulada, encerrada, agobiada. El coche me parecía más pequeño que nunca.
    Aún así, con todo, cuando le miraba a los ojos sentía que no había un sitio mejor que aquel. Que no quería estar en ningún otro lugar y que no tenía forma de agradecerle su infinita paciencia. Estaba siendo casi lo peor de mí misma. Lo más sorprendente, es que no me daba miedo que lo descubriese.
     

    viernes, 23 de marzo de 2012

    Más tarde… ya tocaría arrepentirse.

    [Siempre escribo estas cosas como “ella” y en pasado, pero es que parece que si es “ella” y es pasado… no destruye tanto]


    Tenía que pasar. Lo sabía. Tarde o temprano pasaría. Al principio del día fue tan ingenua de pensar que las lágrimas se caerían mezclándose con el agua de la ducha y que nadie se enteraría. Pero eso no pasó. No… tuvo que pasar esa noche. Esa noche que estaba con él después de llegar de una fiesta con un par de copas de más. Sus ojos se llenaron de agua y vieron borrosos como él se preocupaba alarmado pensando qué había hecho mal. Ella le abrazó para evitar que la viese así mientras intentaba contener el llanto como hacía siempre.
    -          Tranquila. – la dijo - ¿Qué te pasa?
    -          Nada.
    -          Sabes que me puedes contar lo que sea. Que yo siempre estaré ahí. ¿Puedo ayudarte en algo? – ella negó en la cabeza -  ¿Es por tus padres, por los estudios, por lo agobiada que estás últimamente? – ella movió la cabeza afirmativamente sin dejar de abrazarle - ¿Tiene algo que ver conmigo?
    Ella negó aquello rotundamente. ¿Cómo podía pensar eso? No se daba cuenta de que gracias a él  podía seguir cada día un poquito más. Que era gracias a él por el que a veces seguía estudiando aunque no creía en sí misma. No se daba cuenta de que abrazándola ya la estaba ayudando. Ya estaba dándola lo que más necesitaba.
    Pero claro… él no sabía que ella siempre lloraba sola cuando nadie la veía, que nunca se apoyaba en nadie ni le contaba las cosas más raras y destructivas que la pasaban. Nadie estaba nunca allí para darla un abrazo y decirla que todo estaba bien aunque fuese mentira. Aquello era nuevo. Al final acabó llorando sin poder evitarlo. Lloraba por todo en general. Por más que él la hablaba ella solo se limitaba a asentir, y hasta cuando consiguió hacerla sonreír… se quedó callada sin decir nada. Justo en ese momento, en el que las palabras “No sé qué haría sin ti” eran más ciertas que nunca, tampoco fue capaz de decírselas. A lo mejor era por eso. Porque nunca lo había sentido con tanta fuerza, y la daba miedo.
    Solo sabía que se había derrumbado en el momento equivocado, que no podía parar de llorar y que lo único que quería era quedarse abrazada a él intentando olvidar todo lo demás.
    Más tarde… ya tocaría arrepentirse.

     

    martes, 14 de febrero de 2012

    Promesas

    Permíteme que te confiese una cosa. Me da mucho miedo la idea de que te conviertas en mi prioridad. Que te conviertas en la única ancla de mi barco. Que te conviertas en mi diario, en mi mundo, en mis sueños… en cualquier cosa que al final acaba haciendo daño.
    También me da miedo la idea de que llegues a ser tan importante que empiece a ser incapaz de negarte algo. Como por ejemplo, que al final acabe haciendo promesas casi sin pensar. No me gustan las promesas. Parece que son recursos desesperados que utilizas cuando quieres asegurarte de algo. No sé. Tengo un concepto bastante abstracto de ellas. No quiero prometerte nada. Y tampoco quiero que tú me prometas nada a mí. Quiero que me mires a los ojos y me hagas una afirmación, saber que me estás diciendo la verdad y confiar en ti ciegamente… cumpliendo el mayor defecto del amor… que definirlo, no se puede definir con exactitud, pero sí se le pueden sacar defectos.
    No quiero que me pidas que te prometa que nunca más besaré a alguien que no seas tú. Ni quiero que tú me prometas que me querrás para siempre. Porque al final, lo más probable es que sea mentira. O no. No se sabe… y precisamente por eso no se puede prometer. En caso extremo, te puedo decir que te prometo que nunca besaré a nadie que no seas tú mientras que esté contigo, porque eso, sí que es verdad. Si estoy contigo toda la vida, perfecto, y si no sabré que no habré mentido.
    Pero aún así… tengo miedo. Sí. O no. Puede. No es miedo exactamente. Pero bueno, da igual. ¿Por qué? Porque por suerte o por desgracia ya eres mi prioridad. Solo me queda ponerme gafas para ver mejor y no prometer cosas que no son.

    domingo, 29 de enero de 2012

    Vomitando Palabras


    Nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás, nunca aprenderás.
    De verdad que llegué a pensar que él no supondría un problema. El cómo conseguirlo era muy fácil. Mantener la boca callada. Pero no. Como siempre las palabras acaban siendo vomitadas por mi boca provocando una melodía que anuncia desgracia. Todo en apariencia es sencillo, es como un juego de niños. Dedícate o bien a esquivar preguntas o simplemente a negarte a contestarlas. Qué se tenga un pasado no es igual a tener que contarlo. No hay por qué ocultarlo, pero puede quedarse abandonado y bien guardadito en un baúl mientras este se llena de polvo.
    Odio esa cara. Ese momento que de pronto se llena de un incómodo silencio en el que yo me he dado cuenta de que la he cagado y él se dedica a decirme con una sonrisa forzada que no pasa nada, cuando en su mirada fija en  la carretera está escrito a fuego que pasa un poco de todo. ¿Por qué narices una persona que ya no existe para mí tiene que joderme algo que ahora es tan importante? ¿Por qué siempre tengo que fallar en lo mismo? Me doy siempre contra una pared invisible que sé que existe pero que nunca puedo llegar a ver a tiempo. Mientras tanto le voy sintiendo un poquito más lejos aunque físicamente le tengo a menos de medio metro.
    Odio ese momento de despedida. Ese momento en el que me mira a los ojos, me dice que me quiere y me dice que no pasa nada. Ese momento en el que solo me creo esas dos palabras. Que me quiere. Pero el resto, me suenan a palabras vacías, a mentiras disfrazadas. Es como una fiesta de baile de máscaras. Me da igual que queramos que no pase nada. Ha pasado. Sé que no vas a olvidar lo que te he dicho. Sé que esta noche, o incluso antes, mientras vuelves a tu casa en coche, vas a pensar en ello. Y lo peor es que no puedo evitar odiarme un poquito más solo con pensar que te he podido borrar una sonrisa, aunque solo sea de forma temporal.
    A veces odio la imperfección. A veces me gustaría ser perfecta para no hacer “daño”  a las personas que más me importan.
    Puede que me tenga que acabar creando un blog personal y privado. Puede que este sea demasiado público para escribir según qué cosas. Sí…. Pensaré en ello… A ver si ahora escribir me va a crear más problemas de los que me soluciona.

     

    jueves, 12 de enero de 2012

    Mi mejor Distracción

    Desde la ventana puedo ver el cielo. Un cielo nublado, medio triste, melancólico, lleno de añoranza. Un edificio rojo de ladrillo son las mejores vistas que puedo obtener. Rojo. Demasiado para una ciudad tan descolorida por el paso del tiempo. Los ladrillos dibujan escenas complicas y un vestido de novia luce abandonado en un escaparate con un cartel horrible de rebajas frente a él. El semáforo cambia de rojo a ámbar y de ámbar a verde indiferente, por costumbre… por rutina. Algunas personas tienen prisa, otras tienen frío, y en cambio otras van de la mano con una sonrisa estúpida en la cara. Las farolas aún están apagadas, pero dudo que tarden mucho en encenderse. Los cascos reproducen frases incoherentes sobre la imperfección y mientras, paseo la mirada de forma distraía observando los coches, el humo, la contaminación, la concentración que reina en la biblioteca, los libros que duermen tranquilos mientras que el polvo los conquista y los cristales medio sucios de las ventanas. Solo hay una cosa a parte del teclado de mi ordenador que consigue captar toda mi atención. 
    Lo tengo frente a mí. Solo me hace falta levantar la vista para esbozar una tímida sonrisa. La camiseta negra de Avenged que lleva me encanta. Su cara de concentración mientras hace cuentas de contabilidad y de finanzas hacen que piense lo increíble que es.  Los bailes en solitario que se inventa mientras escribe, me recuerdan a mí. Le invade un aura extraña. Parece que está distraído y concentrado a la vez. He descubierto que se puede estudiar y medio tocar la batería imaginaria al mismo tiempo y también he descubierto que puedes estar  sola pero terriblemente acompañada a la vez.
    El cielo se está oscureciendo por momentos…  es lo único que me indica que el tiempo transcurre en su curso continuo y con su cabezonería constante… porque aquí, en una biblioteca perdida y medio escondida en medio de la ciudad, siento como se ha creado una burbuja de color indefinido donde solo existimos él y yo. Donde todo está bien, donde los problemas casi no existen, donde mirarle significa sonreír eternamente y donde dos palabras se dibujan en el aire: “Te………….”

    Princess_of_Hell

    lunes, 12 de diciembre de 2011

    Gritar a las Estrellas

    Dibujo una sonrisa, una buena cara, un moderado tono de voz y un aura de tranquilidad que se ven destrozados nada más dobla la esquina camino de la renfe.

    Sin avisar las lágrimas acuden a mis ojos, pero no las dejo escapar. Respiro hondo y me encamino hacia mi bus. El horario me indica que tengo que esperar 15 minutos, pero no pasa nada. Saco el último cigarrillo que me queda. Teníamos un trato… pero ya me da igual. Las cosas están para romperse. Se rompen los tratos, las promesas, los silencios, las ilusiones, los corazones… parece que el mundo está destinado a romperse en mil pedazos sin prisa. Parece que disfruta con el sufrimiento ajeno. Desvío mis cavilaciones a cualquier otra cosa. Odio cuando me da por filosofear de forma catastrófica mientras fumo. Me centro en ese sabor ya familiar, en las personas que pasan  por delante de mí haciéndome sentir invisible, y en el frío que reina en el ambiente. Le mando al vampiro un mensaje intentado retrasar el momento de encerarme en mí misma… y al final concluyo que el frío es lo único bueno de mi alrededor. Subo al bus cuando abren las puertas y temiendo lo peor, me escondo en la esquina de la última fila. Saco el móvil, los cascos y subo el volumen hasta que todo desaparece y solo queda la música. Me siento triste. Las lágrimas vuelven a amenazar con su parición como ya había previsto, pero me digo a mí misma que los vampiros no lloran. Que no es nada apocalíptico. Que no es el fin del mundo. Que no era ninguna sorpresa y sobre todo me intento convencer de que estoy mejor sola. Mientras las calles pasan frente a mí, decido cerrar los ojos y centrarme solo en la canción. Esa que se repite de forma contínua. Esa que consigue expresar lo que siento.
    Aparecen ante mí miles de nubes grises y amenazantes. A mis pies un precipicio sin final aparente. El viento enreda mi pelo con la rabia que yo siento y que no soy capaz de expresar. Miro curiosa y me pregunto qué pasaría si saltase. La canción no deja de pedirte que me digas miles de cosas que nunca existieron haciendo que la desesperación se haga hasta tangible. Me entran ganas de gritar. Ganas de gritar tan fuerte, y de forma tan prolongada que podría conseguir que las estrellas se estremeciesen de incomodidad.
    La canción se detiene de golpe dejando entrar una llamada y me sorprendo con un grito ahogado en mi garganta suplicando salir. Mientras descuelgo decido que no merece la pena gastar energías en algo tan estúpido que solo dejaría en evidencia aquello que me niego a aceptar. Es el vampiro. Casi sonrío cuando escucho su voz… pero solo casi. Sabiendo que hoy será imposible evitar que me encierre en mi burbuja negra e impenetrable, consigo quedar con él al día siguiente. Sé que necesitaré alguien que consiga distraerme después de un día a su lado tan similar y a las vez tan diferente al resto. Cuando la música vuelve a envolverme… entonces... ahora sí que no puedo evitar pensar en él, en lo que estará haciendo, en lo que pensará… y ya, sin poder evitarlo, las lágrimas se escapan rebeldes recorriendo mis mejillas. De algo sí estoy contenta, y es de haber mantenido la calma y la tranquilidad esa hora interminable y de haber dicho por una vez, lo que mi yo sensata pensaba sin dejar interferir a nadie más. No es que haya mentido, para nada, pero claramente la sensatez no incluye todos los aspectos importantes de algo… pero sí los necesarios. Entonces, mientras me limpio las lágrimas con la decisión de que no vuelvan a parecer, me descubro pensando que cuando quieres a una persona, por poco que sea… acabas haciendo lo que sea con tal de verla feliz. Nadie ha dado al botón y me distraigo viendo las caras de desconcierto que ponen esas personas irresponsables. Me bajo en la siguiente parada. Estoy empezando a perder el control sobre mí misma. Empiezo a andar más deprisa de lo normal mientras pienso incoherencias tan destructivas como siempre. Si tengo frío y tengo hambre, ya tendría motivos suficientes para no pensar en los sentimientos. ¿Por qué todo se reducía a eso? ¿Por qué siempre me acaba maltratando a mi misma a base de tabaco y la abstinencia de comida? Me encojo de hombros como si estuviese hablando con alguien imaginario. Tengo todavía más ganas de llorar que antes, pero tomo la decisión de que no lo haré. Al menos literalmente. Decido que es mejor escribir. Prefiero que cada palabra de este texto sea una lágrima imaginaria que me ayuda a seguir con la máscara puesta. Según llego a mi casa, vuelvo a construir  una sonrisa, una buena cara, un moderado tono de voz y un aura de tranquilidad. Y con esa careta dictamino que viviré todos los días durante las clases hasta que se convierta en algo tan natural como respirar.
    ¿Qué narices me pasa? ¿Cuándo fue el momento exacto en el que perdí el norte? Ojala ese precipicio existiese de verdad. Ojala pudiese saltar. Pero  no. Como siempre… me acabo ahogando en mi propia imperfección.
    Y mientras tanto… la canción sigue aislándome del mundo y encerrándome en el mío.


    Princess_of_Hell

    domingo, 27 de noviembre de 2011

    Una Confesión más de una despedida Inexistente

    Ni en tercera persona, ni en segunda, ni en pasado, ni en futuro… Esta vez solo la muñeca rota de trapo con una confesión como otras tantas… y siempre para la misma persona… solo que esta vez… no es un “lo siento”, ni una petición de perdón ni nada…
    Despedida hacia algo que no existe pero que se puede tocar solo con la mirada.
    “Los payasos también lloran, los payasos siempre fingen, los payasos encuentran el mayor de los escondites detrás de mucho maquillaje”
    Hasta el personaje más fuerte puede estar vacío por dentro. Hasta la sonrisa más sincera puede estar llena de dolor, cansancio y sufrimiento. Hasta las palabras más inocentes pueden sumirte en la tristeza más absoluta.
    Jugar a las muñecas es un juego de niños que olvidamos con el tiempo. Jugar a soñar mientras crees por un momento que eres diseñadora, veterinaria, que tienes la casa más bonita del mundo o que tienes el novio perfecto que te lleva en el coche rosa de Barbie a ver ese musical que te encanta y que siempre quisiste ver. Saber que todo es tan rosa como los muebles y permitirte imaginar cómo será ese futuro perfecto que creas durante esas largas horas en tu habitación.
    ¿Sabes una cosa? Yo soy tan infantil, tan estúpida, tan cría, tan ilusa… que sigo jugando a las muñecas. No literalmente, pues las tengo guardadas todas con muchísimo cariño… pero sí en mi imaginación. Sigo perdiendo las horas en mi habitación, tumbada en la cama sin mirar a nada en concreto, imaginando mi mundo lleno de rosa donde la casa de princesas es NUESTRA, donde me abrazas TU, donde eres TU el que me lleva a ese musical, donde eres TU el que me hace sonreír, donde eres TU el único chico de mi vida. Donde todo es tan genial que sé que es CONTIGO con quien pasaré el resto de mi vida. Que nunca me dejarás sola, que estarás siempre conmigo, que siempre seré tu princesa…
    “¿Hasta dónde puede llegar mi nivel te estupidez?”
    A pesar de todo, hasta hace unos días prefería vivir de esa ilusión. Prefería pensar que de verdad era posible que estuviésemos juntos en Madrid. Que de verdad estarías conmigo. Pero tuviste que llegar con tus confesiones y frases hirientes. Tuviste que decirme que es imposible que podamos estar juntos, que no quieres volver a hacerme sufrir.
    “¿Pero es que no te das cuenta de que solo con saber que no estarás a mi lado ya me estás haciendo sufrir?”
     No voy a darle más vueltas porque siempre acabo con esas palabras en la cabeza. No sé si alegrarme o entristecerme de que seas realista, de que no vivas de los mismos sueños que yo. Tampoco sé si de verdad te crees esas palabras (en el fondo creo que no), pero sí sé que has conseguido que yo crea que te las crees. Estoy cansada de derramar lágrimas en silencio bajo el agua de la ducha. Estoy consumida por tal torbellino de emociones que me cuesta ver con claridad las jugadas que me salen por el camino. Me he dedicado a estar sentada, con los ojos cerrados, a esperar… a esperarTE en un banco en medio de nada, con la esperanza de que algún día te dignases a buscarme. Cuando el viento me hizo llegar tus desoladoras palabras…abrí los ojos y me di cuenta de algo. No puedo hablar del futuro, pero sí del presente. No puedo seguir perdiendo mi vida y mi tiempo por ti. Tengo que intentar hacerme a la idea de que solo serás mío el día en el que vayas al infierno.
    “¿Sabes una cosa? Tengo miedo”.
    He dejado que alguien que no eres tú entre en mi vida un poquito más de lo normal. Tengo miedo de jugar a las muñecas y tomar el personaje de la mala de la historia. Porque no sé qué pasará en un futuro… pero es que ahora siempre ganas tú. Necesito darme tiempo y de verdad creo que él ahora es la mejor jugada que tengo para intentar que no me afectes tanto. Para intentar quererte un poquito menos. Para conseguir dejar de llorar por ti. Sabes que en el fondo nunca me voy a ir, pero sí quiero irme de esos sentimientos que tengo hacia ti. Me gustaría que dejases de ser “todo” para ser “algo más”.
    Entonces… ahora lo único que me queda para volver a tomar la imagen de “payaso” del principio…. Es colgarme un cartel que diga:
    “Bienvenido a mi corazón. Disculpa el desorden… el último visitante no fue muy cuidadoso”.



    [La frase del payaso es de un amigo (Gracias MARTIS), y la frase del final es una frase de desmotivaciones]

    Princess_of_Hell

    lunes, 21 de noviembre de 2011

    Mentirosa



    ¿De qué sirve decir la verdad si nadie te cree?

    Cuanta más verdades digo más mentirosa me llaman. Cuanto más me esfuerzo más reproches se me vienen encima. ¿Por qué intentar hacer las cosas bien si las personas que más te importan no lo valoran? ¿Por qué intentar cambiar? Parece que a la chica mentirosa y bruja de antes la iba mejor que a la imbecil de ahora.

    Conseguido, ya me odio hasta la saciedad, hasta que el sentimiento se hace amargo y tan fuerte que hace que te falte el aire, las ganas de luchar por nada....

    Te consume y al final te mata.

    Princess_of_Hell

    lunes, 24 de octubre de 2011

    Solo una niña bajo la Lluvia

    Comienza a llover sin que apenas sea consciente de ello. El suelo comienza a dibujar circulos abstractos bajo mis pies. El aire furioso enreda mi pelo sin contemplaciones. Me acerco a un banco y abandono la mochila y la chaqueta allí. Un paragüas sin estrenar queda olvidado llorando lágrimas invisibles ante una injusta decisión. Me quedo muy quieta. Sonrío. Me retiro el pelo de la cara y miro al cielo. Dejo que la lluvia me moje, que las gotas de agua resvalen por mi cara y que alguna despistada se cuele en mi boca. Que se moje mi ropa me da igual. Que el tiempo pase me da igual. Que la gente me mire extraño me da igual. Yo solo dejo que mis ganas de llorar se vayan. Que el agua se lleve todo lo malo, que se lleve los recuerdos, el dolor, la desesperación, la frustración... dejo que se lleve hasta el amor. Al final de todo... por un momento que parece mágico e irreal... solo quedamos la lluvia y una niña mojada de una infancia lejana donde no existían las cosas complicadas, donde todo eran sonrisas y los chicos no existían para destrozarte la vida.
    Ahora ya no estoy en un parque vacío. Estoy en mi mundo, en mi luna, en mis sueños, en... en un sitio que ni siquiera es sitio. Los segundos transcurren a su ritmo. Huele a tierra mojada. Por un momento pienso en que pasaría si... estuvieses conmigo... todo fuese como antes de verano. Como antes de que el sol nos axfisiara sin contemplación. Mierda. Mala idea. Se acabó ser una niña sin más. He vuelto a tener ganas de llorar. He vuelto al mundo real.



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