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    Fantasmas Del Ático

    lunes, 20 de diciembre de 2010

    ¿Sólo un sueño? (Primera parte)


    Me habían invitado a una fiesta. Era el cumpleaños de una amiga de la universidad y había conseguido tener la casa para ella sola todo el fin de semana. No sabía si ir. Sabía de sobra que iba a haber alcohol, que todo el mundo acabaría borracho y yo en medio del zoo con complejo de niñera. La idea no me atraía en absoluto, asique llame a mi novio y le dije que no asistiría y le propuse un plan alternativo. Cuando me contestó que él si iría a la fiesta porque ya había quedado, me extraño un poco, pero no le di demasiada importancia. Estaba pensando en darme una ducha y como de costumbre, de forma automática, sonó el teléfono. Estaba segura de que era Anne. Siempre tenía el don de la oportunidad.
    -         ¿Has decidido ya si vas a ir a la fiesta?-preguntó nada más descolgar.
    -         Si Anne, yo también me alegro de escuchar tu voz.
    -         No te enfades. Es que tengo prisa porque tengo algo que contarte. ¿Vas a ir o no?
    -         Pues no, me quedo en casa.
    -         Lo sabía…-dijo con su tono marisavidillo que la caracterizaba.
    -         ¿Qué pasa?
    -         Nada bueno. - De pronto estaba seria. – Ven a mi casa en media hora. Tenemos que hablar y además tienes que ayudarme a comprar un vestido para la fiesta.
    Sin darme tiempo a responder me colgó. Después de 10 años como amigas, sabía que era importante. Suspire, me cambie de ropa y salí cogiendo las llaves hacia su casa.
    -         ¡Menos mal que has llegado! ¿Por qué has tardado tanto?
    -         No seas melodramática. He llegado 10 minutos antes de la hora que me has dicho.
    Me miró con cara de pocos amigos, cogió mi brazo, tiró de él y hasta que no llegamos a su cuarto y cerró la puerta no me soltó.
    -         Ellie… ¿confías en mí?
    -         Menuda pregunta tan estúpida. ¡Claro!
    -         Es que… lo que tengo que decirte no sólo es difícil de creer sino también de contar.
    -         ¿puedes soltarlo ya? En serio, me estas preocupando.
    Anne estaba nerviosa, pero al final se atrevió a contarme que la chica que peor me caía, la bruja de la clase, iba a ir a la fiesta con mi novio, y que él estaba esperando a saber si yo iba para actuar.
    -         ¿Estás segura de lo que me has contado?
    -         No del todo, pero creo que hay un 80% de probabilidades de que sea verdad. Por eso te lo digo. Tienes que ir a la fiesta.
    -         Ya…
    -         ¡Alegra es cara! Te vas a venir conmigo de compras, te vas a poner un vestido de escándalo, vas a ir a la fiesta y vas a pillar a ese imbécil para que puedas dejarle en ridículo delante de todo el mundo. Contigo no se juega.
    -         Tienes razón
    Sonreí y le di un abrazo. No sé qué haría sin ella.
    Una hora más tarde me encontraba en la tienda favorita de mi amiga, encerrada en un probador, con al menos siete vestidos esperándome. Después de probarme media tienda, elegí uno, pero ni siquiera me moleste en mirarme al espejo. Quede con Anne a las ocho y me fui a casa para arreglarme. Deje tres bolsas sobre la cama. Una con el vestido, otra con los zapatos y la última con los complementos que me habían llamado la atención.
    Me di un largo baño para intentar relajarme, pero fue imposible. Había conseguido pasar una tarde bastante agradable sólo porque no había estado sola. Pero en ese momento, mientras el agua caía sobre mi cara, todas las palabras de aquella tarde retumbaban en mi cabeza. Una parte de mi se negaba a creer lo que me había dicho, pero por otro lado, en el fondo, sabía que era verdad. Se me escaparon algunas lágrimas que quedaron disimuladas al mezclarse con las gotas de agua, cuando tome la decisión de que si no era verdad, no merecía la pena precipitarse, y en el caso de serlo, tampoco valdría la pena derramar ninguna lágrima por alguien así.
    Salí del baño con una toalla, me senté en la cama y comencé una lucha contra mi pelo. Era tan largo que me costaba horrores peinarlo. Me lo seque con el secador para conseguir un efecto planchado sin necesidad de hacer nada especial. Me maquillé de forma sencilla, porque no era amiga de las pinturas, sacando partido a la zona de los ojos.
    Saque el vestido de la bolsa y lo deslice sobre mi cuerpo. Era suave al tacto, pero difícil de atar. Después de unos quince minutos, conseguí ajustarlo bien y descubrir cómo se caminaba con los zapatos más altos que había visto en mi vida sin correr el riesgo de caerme al suelo. Al final me había sobrado un poco de tiempo, y para evitar ponerme a pesar, acabé mirándome al espejo. Reconozco que al principio la chica que me devolvía el reflejo parecía otra. Lucía un vestido de un precioso color morado, de palabra de honor, que terminaba como un corsé en la espalda. Era bastante corto para mi gusto, con mucho volumen, dibujando dos cascadas a diferentes alturas. Al final de mis piernas largas y estilizadas se encontraban unos zapatos negros de ante de siete centímetro. Mis ojos verdes, piel pálida y el pelo negro que me caía hasta el final de la espalda, me daba un aire vampírico que me encantaba. Fascinada conmigo misma, no puede evitar sobresaltarme cuando llamaron a la puerta.
    Princess_of_Hell

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