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    Fantasmas Del Ático

    martes, 26 de julio de 2011

    Muñeca de Trapo

    Esa noche… esa en la que aquella niña paseaba con paso inocente y perdido por la orilla del mar, había luna llena. Una luna que iluminaba aquel mar lleno de peligros y promesas imposibles. Aquel mar que la acunaba con el perfecto sonido de las olas al romper y morir en sus descalzos pies.
    Con una mirada inocente, descubrió algo que el mar había llevado con cuidado a aquella orilla hasta ella. Una muñeca de trapo.
    Una muñeca un poco antigua, de pelo negro, ojos muy grandes de expresión triste y desangelada, con un bonito y sencillo vestido rojo y tan perfecta como si fuese nueva. Salvo por una cosa. Su corazón. La niña se sorprendió de que el único fallo de aquel juguete fuese el agujero que desentonaba en su pequeño pecho, en el lugar donde normalmente estaría el corazón. Se encogió de  hombros y se la llevo a casa.
    Mientras paseaba por las pequeñas y extractas calles débilmente iluminadas por las viejas y oxidadas farolas, su gran imaginación no dejaba de inventar mil historias para aquella muñeca, para aquella línea recta que formaba su boca, y por aquel inexplicable vacío que sentía al abrazarla.
    Cuando entró en la cocina donde su madre, cansada, preparaba la cena, le dijo:

    -         Mira lo que he encontrado mami.

    La madre la miró y frunció el ceño. Como siempre, había vuelto a irse sola a la playa. Como siempre traía el vestido de colores mojado, los pies sucios, el pelo despeinado y algo nuevo que enseñarle. Y como siempre, la miraba ilusionada y con una radiante sonrisa.

    -         ¿Una muñeca? Pero si esta rota cielo.
    -         Ya…. Pero es que solo le falta un cachito. Además, parece triste.
    -         Las muñecas no tienen sentimientos.
    -         Claro que sí. ¿Por qué crees que no tiene corazón, mami?
    -         Pues a lo mejor, como es tan guapa, ha tenido tantos novios, y la han roto el corazón tantas veces… que a lo mejor decidió no tener. – Aventuró la madre distraía siguiéndole el juego a su hija.
    -         Pues yo creo que no. No tiene porque ser por lo chicos. No siempre es por eso, jope. Yo creo que es porque esta sola. Porque nadie a sabido quererla… y porque no ha tenido amigos que la supiesen valorar.

    Dijo la niña bajito, revelando lo que sentía ella en realidad. Resumiendo su pobre y desdichada niñez. La madre la miró con pena.

    -         Puede hija. Puede.

    La niña se fue a su habitación, pequeña y solitaria. Miro a la muñeca y pensó que era eso. Que estaba sola. Que no tenía a nadie. Y decidió quedársela. Pero la niña no sabía lo que pensaba la muñeca. No sabía que sí había tenido amigos. O al menos que eso había creído. No sabía que la persona que más necesitaba nunca estaba aunque la llamase a gritos. No sabía que la persona que quería la había abandonado. No sabía que se había roto tantas veces que le era imposible pensar en romperse una sola vez más. No sabía que se había quitado el corazón, que lo había echado al mar y que había decidido dejar en su lugar una pequeña cajita de madera vacía. No sabía que no creía en nada. No sabía que las ilusiones no existían y que los cuentos de hadas tampoco.

    -         ¿Sabes muñeca? Voy a cuidarte como nunca antes lo han hecho. Siempre estaré contigo.

    Y la niña abrazó a la muñeca. Entonces… como si eso fuese posible… la expresión de aquella muñeca de trapo se volvió más triste si es que eso era posible mientras esbozaba una breve sonrisa irónica. Las cosas buenas no son para toda la vida. Al final… quien la hacía esas promesas… siempre acababa abandonándola.



    Princess_of_Hell

    1 comentario:

    1. Soy una escéptica con las promesas, nunca dejo que alguien me prometa algo, prefiero simplemente su palabra...
      Las promesas acaban olvidándose o rompiéndose.

      ¿Has escuchado "Promesas que no valen nada" de Los Piratas? Una de las pocas en español que me gustan ^^

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