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    Fantasmas Del Ático

    miércoles, 17 de agosto de 2011

    Kiss Me (XIV)

    Lucan parecía que se había convertido en piedra, pero no tenía tiempo para preocuparme por él. Necesitaba solucionar mis propios problemas existenciales.

    -         Oye, si por lo que sea necesitas ir al hospital o algo, puedes llamar a mi vecina. Te llevará encantada. Pero tranquilo, no transmito enfermedades mortales.

    Después de soltar una de las mayores tonterías de la historia, cerré la puerta de mi casa y corrí a mi cuarto. Necesitaba encontrar mi mochila de emergencias. ¿Dónde estaba? Al final la encontré bajo la cama, bien escondía. Cogí la mochila de Jack Skeleton y la abrí. Me vestí con la ropa que había dentro. Unas mallas muy ajustas, una camiseta muy larga caída de un hombro y unas botas  hasta la rodilla. Cuando terminé me miré al espejo y quedé satisfecha cuando me vi totalmente vestida de negro. Me aseguré de que el antifaz y el maquille seguían en su sitio, cerré la mochila, cogí las llaves de casa y me asomé a la ventana para asegurarme de que Lucan no había decidido quedarse plantado en la puerta de mi casa. Ya tenía suficientes plantas de decoración. Cuando comprobé que la calle estaba vacía salí corriendo. Parecía una ladrona asustada recorriendo las calles de Londres hasta llegar al metro. Los vagones antiguos estaban descoloridos, los asientos prácticamente vacíos, los cristales pintados y el suelo lleno de la basura acumulada a lo largo de todo el día. Aproveché para relajarme. Cuando llegué a mi destino salí corriendo del vagón y me interné en el silencio de la noche y las calles desiertas. Faltaba iluminación, lo cual era perfecto para lo que quería hacer. Me senté en un banco y saqué el maquillaje. Siempre que me lo aplicaba me sentía un poco estúpida copiando lo que leí en aquel libro… Retrum… esa historia me dio una nueva visión de todo. Descubrí que los cementerios eran lugares tranquilos donde uno se podía esconder sin que lo encontraran. Podía casi desaparecer. Lo del maquillaje blanco para quedarme pálida… solo era parte del juego y parte del disfraz. Pero lo que de verdad le daba el toque final a todo era el antifaz de gato que compré en uno de mis paseos por Candem. Cuando lo vi me enamoré de él. Era todo encaje negro y se sujetaba con una sencilla diadema, en vez de con la típica y cutre goma. Sonriendo al recordar aquel día, me encaramé al muro y segundos después ya estaba donde nadie podría encontrarme. Ya estaba en highgate. Las tumbas me dieron la misma bienvenida de siempre, silenciosas, elegantes…  Mientras me deslizaba sin hacer ruido por aquel lugar, fui recogiendo pequeñas piedras para poder reflexionar después. Cuando llegué a mi sitio favorito, trepé hasta lo más alto del antiguo panteón y me quedé mirando a la Luna. Extendí las piedras frente a mí. Cada piedra reflejaba uno de los trocitos de corazón que se habían roto aquel día. Cada carta que cayó al suelo y echó a volar con la ayuda del viento. Distraída coloqué  juntas aquellas que creía que había conseguido pegar, pero me quedaron algo menos de la mitad apartadas. Así estaban las cosas. O me arriesgaba con lo que tenía o seguía escondida pegando cachitos. Sobresaltándome, comenzó a sonar el móvil cometiendo el sacrilegio de romper la paz que transmitía aquel lugar. Por Dios, eran las tres de la mañana, ¿quién podía ser la persona más estúpida del mundo?  Miré la pantalla y vi su nombre. Me eché a reír sin poder evitarlo y descolgué.

    -         Te acabas de llevar el premio a la persona más estúpida del mundo. Al final tendrás que comprarte un armario para guardarlos.
    -         No tiene gracia.
    -         Son las tres de la mañana Lucan, ¿qué narices quieres?
    -         Me da igual si te he despertado.
    -         No lo has hecho.
    Pasaron un par de cuervos volando y un gato detrás corriendo mientras emitía un par de maullidos.
    -         Espera un momento, ¿no estás en casa?
    -         Eso no es asunto tuyo. Tienes un minuto para decirme que quieres antes de que te cuelgue.
    -         ¿Tú te crees que te puedes despedir de una persona diciéndola que se vaya al hospital con la vecina?
    -         No solo lo creo, sino que además lo he hecho.
    -         Mira que eres borde cuando quieres. A ver, te lo digo rápido y te dejo con lo que sea que estés haciendo. Mañana te paso a recoger a las siete para que me acompañes al concierto de unos amigos.
    -         No sé si podré ir. No me apetece.
    -         No es una petición, ni una pregunta. Me debes una por abandonarme después de besarme. No te pongas nada pijo.
    -         ¿Pijo? Yo no tengo de eso. ¿Qué se supone que van a tocar?
    -         Va a ser un homenaje a Versailles. No creo que los conozcas.
    -         Que tú no tengas cultura musical no significa que la gente con la que te relaciones sea igual. Claro que los conozco. Ahora, sino te importa, me has interrumpido una cita conmigo misma y me gustaría retomarla.
    -         No se puede tener una cita con uno mismo.
    -         Vale, pues si te gusta más, tengo una cita con la Luna y se está enfadando por momentos. Hasta mañana.

     Le colgué. El gato de antes pasó por mi lado con cara triste. Los cuervos se le habían escapado, pero como ya nos conocíamos, saque de la mochila una lata de atún que tenía para él. Mientras le miraba comer volvió a sonar el móvil. Estaba vez, era un mensaje. En él decía:

    [Nosotros somos dos, y la Luna es solo una. Estés donde estés… nos reuniremos allí todas las noches antes de dormir para que no se sienta sola. ¿Te hace?]

    Miré los ojos verdes del gato negro que tenía delante. Parecía que era Lucan quien me miraba con esa expresión pícara y triunfante. Miré a la Luna y me dije que merecía la pena apostar los pocos trocitos que había conseguido pegar. 

    [Me hace]



    Princess_of_Hell

    1 comentario:

    1. Ahhhhh, sí, droga por fin!! ^^
      Chica, un poco tétrico lo del cementerio, pero tienes razón, el mejor lugar para esconderse. ¿Concierto? ¿Dónde? Yo me apunto!
      En serio, me encantó (:

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