Es simple.
Por qué.
Por qué cuando te miro a los ojos me
quedo sin respiración. Por qué cuando me tocas me siento como en casa. Por qué
una sonrisa tuya apaga mis problemas. Por qué sueño contigo hasta cuando por
las noches estas a mi lado. Por qué eres capaz de hacer de cada día, uno
especial. Por qué me comprendes aunque sea puro desorden emocional. Por qué me
escuchas cuando sabes que no quiero tu opinión. Por qué me dedicas cada día de
tu vida sin pedir nada a cambio.
Por qué… por qué… Esa es la gracia ¿no? Que no hay ningún
por qué a nada de lo anterior. Solo hay una cosa. Sentimientos. Y aunque suene
ñoño, irreal, inseguro, vacilante y estúpido, no cambiaría ninguno de ellos.
Si algún día se rompen, ya se comprará pegamento.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQue bonito volver a recordar sentimientos como esos, soy nueva por aquí y la verdad ando un poco perdida, he dado con tu blog y me ha gustado bastante, así que te sigo y te seguiré leyendo! Y si tienes tiempo y ganas que es fundamental, pásate por mi realidad, eres bienvenida :)
Eliminar