Páginas

    Fantasmas Del Ático

    sábado, 16 de abril de 2011

    Kiss Me (VII)

    Algo que tenía muy claro es que no podía permitirme llegar tarde. A lo mejor, si intentaba ver la situación desde fuera, podría ser hasta normal su actitud. Pero ese era el problema, que por más que lo intentaba, solo conseguía enfadarme más. Y aunque le diese la razón, había algo en lo que se había equivocado. No era igual que la última vez. Era totalmente diferente, porque por un rato, me había permitido pensar que podría confiar en él. Pero no. Claro que no. Después de todo, y tan ilusa como siempre. Pues tenía claro que ese día, o al menos esa parte de la partida, iba a ganarla yo. No iba a permitirme otro Game Over.
    Cogí las llaves del bolso y abrí con ellas la puerta del garaje. Ahí estaba. Mi pequeño trofeo. Un Audi R8 plateado que era todo mío y que sin embargo, tenía prohibido utilizar. Pero en ese momento me daba igual. Mis padres no estaban, los segundos no paraban y teníamos prisa.

    -         ¿Qué haces? – dijo mientras se acercaba – Madre, qué cochazo.

    No me molesté en contestarle a algo tan obvio. Me acerque, me metí en mi coche y lo saque de esa cueva oscura, fría, gris y desolada donde mi padres lo había tenido prisionero desde que lo adquirí, como castigo a mi osadía.

    -         ¿Tengo que intuir que vamos a ir en ese coche?
    -         No. Lo que tienes que hacer es dejar de intuir cosas y montarte en él. A no ser que quieras ir andando, claro.
    -         ¿Tus padres te dejan coger su coche?
    -         No es de mis padres. Es mío. Y como no muevas ese culo tan bonito que tienes a la voz de ya, me voy sin ti.

    Creo que por su cara le molestó un poco el cometario, pero desde luego no estaba el horno para bollos. Ni siquiera para galletas.

    -         ¿De verdad piensas que tengo el culo bonito? – preguntó mientras se sentaba.
    -         ¿De verdad piensas que voy a contestarte a eso?
    -         En realidad no. Pero bueno, dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Así que… ¿si te hago unas preguntas me las vas a contestar?
    -         Pues no lo sé. Dímelo tú. Si según dices, hoy es exactamente igual al otro día, ¿tú crees que te voy a contestar a lo que sea que me vayas a preguntar?
    -         Pero no es igual.

    Le miré con enfado e indignación.

    -         Creo que tienes un serio problema de memoria. El papel de Doris ya está cogido. Hace apenas diez minutos pensabas que era idéntico y ahora dices que no. No te entiendo.
    -         Pues ya estamos empatados, porque yo tampoco te entiendo a ti. Bueno a ver, no te me vayas del asunto.
    -         No hay ningún asunto Lucan, así que es imposible que me vaya de él.
    -         Claro que lo hay. ¿Qué este coche es tuyo? Venga ya. No me lo creo. Entonces qué narices haces utilizando a todas horas el transporte público.
    -         No sé si sabrás que para ir por Londres en coche, hay que pagar.
    -         Estoy seguro de que ese no es el problema. Si quieres mentirme tendrás que buscar una excusa mejor. Venga, dímelo. Admite que le acabas de robar el coche a tus padres.
    -         Mira que eres pesado. Y no es una excusa. Es un hecho. Y no. Es mío. Utiliza las pocas neuronas que tienes para guardar un mínimo de información.
    -         Nalla

    Respiré hondo, pensando qué hacer. Era una historia muy larga y además pertenecía a ese pasado que había dejado atrás. Pero ahí estaba él, mirándome con un brillo de curiosidad en la mirada difícil de ignorar.

    -         Poker.
    -         ¿Poker?
    -         Lo gane jugando al poker. ¿Contento?
    -         Por supuesto que no. ¿Desde cuando juegas tú a eso? ¿Y quién sería tan imbécil como para apostarse una cosa así? – por su tono de voz quedaba claro que no me creía.
    -         Hace un año, antes de venir a vivir a Londres, ¿sabes donde vivía?
    -         Pues ahora que lo dices no. Nunca me has hablado de eso.
    -         Bueno – me encogí de hombros – tampoco me lo has preguntado. En España. En Madrid. – me miró totalmente sorprendido.
    -         ¿De Madrid? Pues no tienes cara de ser española. – dijo guiñándome un ojo y haciéndome sonreír al recordar aquella conversación sobre Noruega.
    -         Pues sí, de toda la vida. Mi padre, en cambio, sí que es inglés, pero cuando en el viaje del último curso de la universidad fue allí con sus amigos, y conoció a mi madre, no quiso apartarse de ella. Pero bueno, no nos vayamos por los cerros de ubeda. El caso es que mi abuelo materno tenía un problema con el juego y cuando consiguió superarlo, se pasaba todos los veranos, desde que era pequeña, jugando al poker conmigo en la playa. Al principio era un entretenimiento. Cuando aprendí a jugar, nos apostábamos chuches. Con el tiempo, las apuestas fueron tomando algo de importancia, de forma que al final, acabábamos apostándonos dinero. No mucho, claro. Llegó un momento en el que empecé a ganarle de forma limpia. Supongo que podrás imaginar que anteriormente, si ganaba era porque me dejaba. Los faroles se me daban genial, sabía manejar las cartas a la perfección y sabía qué es lo que tenía que apostar en cada momento. En secreto, sin que mis padres lo supieran, me apuntó a un concurso pequeño, sin importancia. Si ibas superando los niveles, podías llegar incluso a participar a nivel internacional con otros chicos. – en esos momentos ya no sabía si Lucan me estaba escuchando o no. Una vez que había empezado, sabía que no iba a poder parar a no ser que llegase hasta el final. – Como es normal, ni mi abuelo ni yo pensábamos que fuese a llegar tan lejos. Pero llegué. Tenía que ir a Barcelona, donde se juntarían personas de todos los países. Y no eran chicos de mi edad. Sino de todas. No recuerdo haber visto a alguien que fuese más joven que yo. Pero para poder participar, necesitaba una autorización de mis padres por ser menor de edad. Tuvimos que contárselo. Se enfadaron muchísimo y me prohibieron asistir. Pero a mí me hacía muchísima ilusión, así que falsifiqué la firma de mi madre y compré un billete a Barcelona.
    -         ¿Te fuiste tú sola?
    -         Sí, y no me fue nada mal.
    -         No, eso ya lo he comprobado. Pero… ¿y el coche?
    -         El coche lo gané en una de las partidas que hacíamos por las noches. No tenían nada que ver con el concurso. Eran por simple diversión. Pero claro, nadie me tomaba al principio en serio. Luego con los días las cosas cambiaron. Mi última noche, jugué contra un hombre que daba grima verlo. Tenía el ego demasiado alto y además llevaba unas copas de más. ¿Qué pasó? Que no se le ocurrió otra cosa que apostarse su coche. ¿Y qué pasó? Pues que gané.
    -         No me lo puedo creer. – murmuró – Pero… ¿por qué no lo utilizas?
    -         Porque mis padres no me dejan. ¿Por qué crees que fue la última noche? Porque mis padres me pillaron, me llevaron a casa y decidieron mudarse. Creían que me vendría bien cambiar de aires. Pero aunque accedieron a llevarnos el coche con nosotros, no me dejan usarlo. Es como una especie de castigo.
    -         Increíble. – dijo arrastrando las palabras.
    -         Te he dicho que el personaje de Doris ya está cogido.
    -         ¿A qué viene eso?
    -         A que parece que en tu última palabra, ¡intentabas hablar balleno! – me reí yo sola.
    -         Yo no hablo balleno.
    -         Eso ya me ha quedado claro con ese intento fallido. – esa vez, nos reímos los dos.
    -         Se acabaron las confesiones, ¿verdad? – dijo de pronto serio.
    -         Obviamente. Estamos llegando, y aunque dicen que los locos siempre dicen la verdad, no significa que estén obligados a decirla.
    -         Te acabas de llamar loca tú sola.
    -         En serio, ¿cuántas neuronas se te mueren por segundo? Hace dos días me recomendaste que llamase a un psiquiátrico.
    -         Ya querida, pero recuerda una cosa. El amor es ciego, así que cuanto más quieres a una persona, más invisibles se vuelves sus defectos.




    Princess_of_Hell

    3 comentarios:

    1. ¡¡Me encanta, me encanta, me encanta!!
      De verdad, me muero de ganas por saber qué será lo próximo *.*

      Esta semana voy a estar un poco desaparecida y no creo que actualice mucho, pero siempre tengo un ratito para leerte ^^
      Un beso!

      ResponderEliminar
    2. Este es muy laaargo, Sandra, pero me gusta. No te digo mi nombre, solo dejo una inicial misteriosa...

      V...

      ResponderEliminar
    3. En serio, es alucinante este último capítulo. Tiene humor y está muy bien contado, le doy un 10 sobre 10.

      Sigo siend... V...

      ResponderEliminar

    Chat gratis