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    Fantasmas Del Ático

    martes, 26 de abril de 2011

    Kiss Me (VIII)

    Antes de poder reaccionar a mi propia contestación e intentar no dejar mis sentimientos en evidencia, llegamos a un aparcamiento lleno de coches, padres estresados, niñas disfrazas y con un ambiente cargado de ilusión. Nos bajamos del coche a la vez, y dijo precipitadamente.

    -         Coge sitio. Nos encontraremos cuando termine todo. Tengo que vestirme.

    Y se fue con las mejillas sonrojadas y la mirada clavada en el suelo sin dejar si quiera que la contestase.
    Suspiré resignado y caminé con tranquilidad hacia el interior del auditorio. Era normal, sin ningún adorno pomposo, con un ejército de sillones rojos colocados en semicírculo alrededor de un gran escenario de parqué que estaba oscuro y vacío. Me senté en la zona central para asegurarme de poder verla en todo momento. Más o menos, después de quince minutos de espera, aguantando a todos los padres armados con cámaras de video que no dejaban de parlotear a mi alrededor, el escenario se iluminó y todo quedó en un silencio sepulcral, que duró segundos, pues en cuando el parqué se llenó de niñas pequeñas, muchos comenzaron a gritar. Eran niñas que se movían de forma desordenada. El siguiente grupo, seguían siendo niñas, pero esta vez iba vestidas de sirenas. El siguiente de duendes. Cuando llegó el turno de las medianas, los vestuarios cambiaron considerablemente. Eran más modernos, más llamativos, pero seguían siendo sutilmente infantiles. Y al final, por fin, después de tres cuartos de hora de espera, les llegó el turno a los mayores. Por lo que había escuchado a unos chavales que estaban dos filas por delante de mí, eran tres grupos los que quedaban por bailar, y al parecer se rumoreaba que el último iba a ser una especie de espectáculo diferente al resto de coreografías, que a mí entender, eran bastante pobres.

    Cuando se apagaron las luces y anunciaron el último baile, tuve que esperar, intuir o simplemente llegar a la conclusión más lógica, de que le tocaba bailar a Tess puesto que no había aparecido anteriormente. Todo quedó en un auténtico silencio cuando comenzó a sonar la música de la película de Dirty Dancing. Un chico alto, con una camisa negra medio desabrochada apareció como protagonista bailando los primeros compases de la canción junto a la voz del cantante. Desde atrás, delgada, con soltura y moviendo las caderas al andar de una forma fluida y controlada, apareció ella. Tess. Madre, parecía… yo no sé que parecía. Llevaba un vestido blanco extremadamente ajustado que le marcaba cada curva de su cuerpo. Se acercó al chico, se miraron fijamente, y este último le invitó a bailar. Se movieron ajustando sus movimientos a las voces de la canción, empezaron a entrar más bailarinas en escena, las luces perdieron intensidad, y con un cambio de música… hicieron un figura en el aire que me dejó sin respiración solo de pensar que mi querida Nalla podría caerse al suelo. La nueva música no era romántica. Al contrario, desprendía rabia, ira, fuerza e incluso un pequeño sentimiento de lujuria que ellos consiguieron interpretar a las mil maravillas. ¿Cómo? Pues Tess salió corriendo al otro lado del escenario mientras que en medio del camino hacía una voltereta lateral junto con sus compañeras. El chico desconocido se quitó la camisa y se quedó con una camiseta ajustada sin mangas de color rojo. Fue detrás de ella como enfadado, disgustado, desesperado y cuando la alcanzó, cogió su vestido blanco y se lo quito. La prenda salió volando por los aires quedando olvidada en un rincón. Tess, interpretando estar ofendida, se alejó de él. Un foco la iluminó solo a ella. Tenía un pantalón vaquero muy cortito y un top que le tapa lo justo como para dar paso a una gran imaginación. Estaba casi sin ropa… el pelo le caía alborotado por la espalda casi desnuda y los pasos de baile en solitario que estaba llevando acabo hicieron que me quedase casi sin respiración ante aquella escena. Deseé poder ir corriendo, llevármela lejos de todas las miradas indiscretas y poder besarla. El resto del baile fue una auténtica tortura. Eran movimientos entrelazados con gestos, sentimientos, relatando una auténtica historia de amor. Al final, cuando la supuesta pareja se reconcilia… se abrazan y… se besan de forma superficial. ¡Se besan! Mi humor empeoró por momentos cuando al terminar, todos los chicos de mi alrededor, como si no hubiesen visto a una tía en su vida, se pusieron de pie a gritar, vitorear e incluso a insinuar. No me quedé para ver el saludo que me parecía totalmente innecesario. Salí a la calle realmente enfadado.

    ******

    Estaba contentísima. ¡Me había salido perfecto! Estaba ansiosa por ver qué pensaba Lucan, así que me despedí de Ismael, mi profesor de baile.

    -         Me voy que tengo prisa.
    -         Muy bien Tess. Lo has hecho genial. – me abrazó con fuerza. – Es probable que lo queramos llevar a competición.
    -         Eso es perfecto.
    -         Entonces, ¿puedo contar contigo para dentro de un mes más o menos?
    -         Por supuesto. Llámame para ensayar.
    -         Hecho. Cuídate.

    Y salí corriendo a buscarle. Cuando le vi a lo lejos, todo en él irradiaba “peligro”. Su postura, su gesto… hasta podría decir que su aura gritaba que estaba de mal humor. Dejé de correr para acercarme despacio y darme tiempo a averiguar por qué estaba así. Pero no funcionó, porque cuando le alcancé, lo único que había conseguido era estar más confusa que antes.

    -         ¿Qué te pasa?
    -         No sé, dímelo tú.
    -         ¿Yo? Pero tú te crees que soy adivina, bruja o algo parecido.
    -         Adivina no, pero un poco bruja sí que eres.
    -         ¿Perdona? Creí que era el no se qué sin cabeza. – dije intentando hacer un intento fallido de que cambiase de cara.
    -         No. No te perdono. – sonreí.
    -         Bueno, vale, pues hoy mis poderes de bruja piruja no funcionan con peces dementes como tú. ¿Puedes hacer un esfuerzo y decirme qué magia extraña he hecho como para provocar tal tormenta apocalíptica como para que tengas cara de querer matar a alguien?
    -         Piensa un poco que te va a venir bien. – gruñó.
    -         Bueno. Menos humos.

    Y me puse a pensar. Entonces se me ocurrió que a lo mejor era la ropa ya que alguna vez me había hecho algún comentario sobre ella.

    -         ¿El vestuario?
    -         Por supuesto que sí. Pero eso no es todo. – explotó - ¿Qué se supone que hace la chica “doña odio el contacto físico” besándose con cualquiera?
    -         ¿Estás celoso?
    -         No.
    -         Ya claro. Pues como tú dices, invéntate una excusa mejor la próxima vez. Y para tu información, yo beso a quien me da la gana. Un beso es eso, un beso. Y solo tiene el significado que uno quiera darle.





    Princess_of_Hell

    1 comentario:

    1. ¿Noto cierto "Memorias de Idhún" por ahí? Me encanta *.*
      La música y el baile... es que son mis dos artes preferidas, leñe. ¡¡Lo has clavado!!

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