A veces no nos damos cuenta de cuánto nos importa una persona hasta que no nos sorprendemos a nosotros mismos derramando algunas lágrimas por ella.
Una noche más acumulada sin dormir, atrapada en un limbo extraño entre los sueños y la realidad, descansada y agotada a la vez, amaneciendo encogida, como protegiéndose de algo, abrazada a sí misma y con una ligera molestia en el pecho. Nada nuevo. Nada sorprendente. Un día más que amanece gris acompañando a su estado de ánimo. Un día más en el que se hace visible el hueco oscuro y vacio que anida en su pecho de forma continua.
“¿Alguna diferencia?” Se pregunta a sí misma mirando a las nubes.
Si.
La diferencia existe en ese pequeño punto de equilibrio en el que medimos la importancia que le damos a las cosas. En esa fina y casi invisible línea que delimita el punto exacto en el que todo te comienza a dar igual. Esa línea que había cruzado sin ser demasiado consciente de ello.
Intenta respirar hondo sin que le duela y pide un deseo. Pide tener alas que le permitan alejarse de los monstruos que se empeñan en no darla más de una semana de paz, que le permitan dirigirse hasta las nubes que tapan el sol y la luna, que le permitan tocarlas, atravesarlas y seguir subiendo perdiéndose en la nada y el vacío del cielo azul hasta que llegue un punto en el que también desaparezca el aire para respirar.
Contéstame a una cosa. Si tienes todas esas “pesadillas” desde el principio… ¿qué harás cuando pase el tiempo y el daño sea irreparable? Hay cosas que mi pequeña y desequilibrada mente es incapaz de comprender.
Princess_of_Hell
Las veces que mi corazón ha sido destrozado por la ausencia de esa persona o porque esa no me corresponde...es doloroso hasta el punto de llegar de no sentir nada ni de mi propia respiración,ni de mi propia persona...es como si estuviera dormida en mi propio vacío...
ResponderEliminarHace tiempo que no te he visitado. Me ha encantado leerte de nuevo. Los sentimientos como el vacío de ellos no entienden de razón. Un besito.