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    Fantasmas Del Ático

    jueves, 1 de diciembre de 2011

    Tú como Plato Principal

    -          Cariño, ¿tienes hambre? – me pregunta cuando se acaba la película que estábamos viendo en Antena3

    Miro el reloj. Son las doce y no hemos tomado nada desde la comida, pero allí, abrazada a él, me doy cuenta de que en cierto modo sí tengo hambre.

    -          Sí. Más o menos.

    Me sonríe, se levanta y desaparece en la cocina dejándome sola, abandonada en el salón. No me ha dejado termina la frase. Tengo hambre, cada vez más, pero no precisamente de comida. Me levanto y voy a buscarle. Está sacando un par de latas de atún, la mayonesa, el queso y no sé que más cosas incompatibles entre sí. Mientras tanto, hay algo en el microondas. Me pregunto qué será. Me doy cuenta de que está preparando una bandeja y en ella hay un paquete de galletas y el bote de Paladín. Chocolate… mi imaginación, como siempre tan oportuna, comienza a funcionar.

    -          ¿Desde cuándo es de buena educación abandonar a una dama?
    -          Desde que dicha dama quiere comer.
    -          Pero yo no te he dicho que es lo que quiero comer. – protesto.

    Se da la vuelta. Me mira y pregunta.

    -          ¿No te apetece chocolate? Lo siento, ¿qué quieres?

    Me acerco más a él.

    -          No sé, estoy un poco indecisa… ¿Tú estas en el menú?

    Al principio me mira sorprendido, pero en seguida sus ojos se iluminan ante la insinuación.

    -          Puede que como segundo plato.
    -          Jooo… pero es que yo te quiero como plato único y principal. – digo apenándome con voz de niña pequeña.
    -          Ya querida, pero es que en ese caso echarías a perder la leche.
    -          ¡Tú no te preocupes por eso! El chocolate claramente va incluido en el plato principal.

    Pone una expresión extraña, pero al final me acaba sonriendo.

    -          ¿Me estas diciendo que no puedo preparar la cena porque yo formo parte de ella?
    -          Qué inteligente eres cuando quieres. Del chocolate me encargo yo, así que – pongo voz de niña pequeña de nuevo - ¿me esperas en la cama?
    -          Solo si me prometes que vas a tardar poco.
    -          Prometido

    Me pongo de puntillas para poder darle un beso, pero antes de correr el peligro de olvidarme de mi “plan”, me retiro. Suena el microondas. Cojo una cuchara, el vaso de leche y lo empiezo a llenar de polvos de cacao. Unos minutos después, satisfecha con el resultado, voy a la habitación dando pequeños saltitos de emoción. Ahí está. Tumbado en la cama. Y es solo mío.
    Dejo el vaso en la mesilla.

    -          ¿Qué haces todavía con la camisa puesta? – le regaño.
    -          Esperar a que me la quites tú. – dice con una sonrisa pícara.

    Y eso hago. Le desabrocho lentamente cada botón, sin prisa, alargando los segundos. Le quito la camisa y le empujo para que se tumbe. Él, inconformista como siempre, mete las manos bajo mi camiseta y me ayuda a quitármela. Solo tenemos los vaqueros, pero por ahora no me molestan. Hay tiempo para poder quitarlos más tarde.
    Me mancho el dedo de chocolate y comienzo a dibujar, a trazar, algunas letras en su pecho. Cuando termino observo la palabra.

    -          Te Amo – lee él

    Nos miramos a los ojos y nos hacemos promesas silenciosas.

    Sí… Tengo hambre. Demasiada. Va a ser una noche muy larga y… muy dulce.


    Princess_of_Hell

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