Siempre me había enamorado, siempre conseguía conquistarme y siempre me proporcionaba la misma sensación de libertad e impotencia al mismo tiempo. Odiaba el agua en la cara, pero en cambio, allí, moría por sumergirme bajo la ola para más tarde saltar por encima la siguiente. Aún así, ese día me faltaba algo. Algo más importante que la sal para el mar, o que la playa para las adictas al sol. Me faltaba él. Faltaba la pieza más importante para completar el mosaico de aquel medio día de ese paisaje medio desierto. Sentada en la orilla y acariciada por el mar, escribía una y otra vez “te quiero” en la arena, y una y otra vez el agua venía y lo borraba. Pero daba igual. Así podía escribirlo infinitas veces sin que nadie se diese cuenta. Mis únicos testigos: el mar y la arena. Te quiero tanto que podía gritarlo. Pero en ese momento, quería que fuese un secreto. Nuestro secreto. La próxima vez lo gritaré, pero cuando estés conmigo.
Me gusto Mucho la entrada!
ResponderEliminarAmoo Tu Blog es Genial.
Si puedes pasas por el Mio!
Cuidate! Besos! :)
esa frustración que se siente cuando nadie es testigo de lo que sientes.... clásico!
ResponderEliminar